La dulzura, cuando es sincera, sin afectación ni disfraz, es una fuerza invencible. ¿Qué podra hacerte el más insolente de los hombres si tú persistes en tratarlo con dulzura; si, cuando la ocasión lo permita, te contentas con exhortarlo mansamente, dándole una prudente lección en el instante mismo en que se esfuerza por ofenderte? "No, hijo mío; para obrar de otro modo nacimos; no es mí a quien perjudicas, sino a ti mismo, hijo mío." Hazle comprender, pero con tacto y en términos generales, la verdad de ello, que hasta las abejas y los demás seres nacidos para vivir en sociedad no se comportan así. Ten cuidado, sin embargo, de que la lección no parezca burla ni insulto. Debes hacerla con mucho amor y sin acritud. No como un dómine de escuela, ni para hacerte admira de quien estuviere a tu lado, sino como si le hablases a solas, aunque otros se hallen presentes.
Marco Aurelio
viernes, 19 de septiembre de 2008
Suscribirse a:
Entradas (Atom)