viernes, 19 de septiembre de 2008

La dulzura

La dulzura, cuando es sincera, sin afectación ni disfraz, es una fuerza invencible. ¿Qué podra hacerte el más insolente de los hombres si tú persistes en tratarlo con dulzura; si, cuando la ocasión lo permita, te contentas con exhortarlo mansamente, dándole una prudente lección en el instante mismo en que se esfuerza por ofenderte? "No, hijo mío; para obrar de otro modo nacimos; no es mí a quien perjudicas, sino a ti mismo, hijo mío." Hazle comprender, pero con tacto y en términos generales, la verdad de ello, que hasta las abejas y los demás seres nacidos para vivir en sociedad no se comportan así. Ten cuidado, sin embargo, de que la lección no parezca burla ni insulto. Debes hacerla con mucho amor y sin acritud. No como un dómine de escuela, ni para hacerte admira de quien estuviere a tu lado, sino como si le hablases a solas, aunque otros se hallen presentes.


Marco Aurelio