miércoles, 26 de octubre de 2011

Tu amigo, Dios

Cuando te levantabas esta mañana, te observaba y esperaba que me hablaras aunque fuera unas cuantas palabras, preguntando mi opinión o agradeciéndome por algo bueno que te hubiera sucedido ayer.
Pero noté que estabas muy ocupado buscando la ropa adecuada para ponerte e ir al trabajo.
Seguía esperando de nuevo, mientras corrías por la casa arreglándote, supe que habría unos cuantos minutos para que te detuvieras y me dijeras "HOLA", pero estabas ocupado(a).
Por eso encendí el cielo para ti, lo llené de colore y dulces cantos de pájaros para ver si así me oías pero ni siquiera te diste cuenta de esto.
Te observé mientras ibas rumbo al trabajo y esperé pacientemente todo el día.
Con todas tus actividades supongo que estabas demasiado ocupado(a) para decirme algo.
De regreso vi tu cansancio y quise rociarte un poco para que el agua se llevará tu estrés, pensé agradarte para así pensarás en mí pero enfurecido ofendiste mi nombre. Deseaba tanto que me hablaras, aún quedaba mucho tiempo.
Después encendiste el televisor, esperé pacientemente, mientras veías el televisor, cenabas, pero nuevamente te olvidaste de hablar conmigo y nada. Te noté cansado y entendí tu silencio así que opaqué el resplandor del cielo, pero no te dejé a oscuras, lo cambié por un lucero, en verdad fue hermoso, pero no estuviste interesado en verlo.
A la hora de dormir, creo que ya estabas agotado(a). Después de decirle buenas noches a tu familia, caíste en tu cama y casi de inmediato te dormiste, acompañe con música tu sueño, mis animales nocturnos se lucieron. No hay problema, porque quizás no te das cuenta que siempre estoy ahí para ti.
Tengo más paciencia de la que te imaginas. También quisiera enseñarte cómo tener paciencia para con otros.
TE AMO tanto que espero todos los días por una oración. El paisaje que hago es sólo para ti.
Bueno, te estás levantando de nuevo, y otra vez esperar sin nada más que mi amor por ti. esperando que el día de hoy me dediques un poco de tiempo.
¡Qué tengas un buen día!

Tu amigo, Dios

domingo, 23 de octubre de 2011

Seamos como las luciérnagas

Una luciérnaga no alumbra todo su camino pero todas las luciérnagas estrellan una noche.
Como un tácito acuerdo cuando una luciérnaga se enciende otras se apagan. Cuando se apaga un pensamiento se enciende otro para que no te quedes a oscuras.
Un sapo se traga a la luciérnaga pero no queda iluminado. Los pensamientos del sabio se apagan en el buche del tonto. Los pensamientos de los hombres son como las luciérnagas, mientras vuelan en libertad iluminan toda la noche pero si los aprisionas se apagan.
La luciérnaga que prende su luz se arriesga a ser descubierta y devorada por sus enemigos. Así le sucede al hombre que se anima a decir en voz alta su propio pensamiento.
Cuando es de día las luciérnagas duermen apagadas. El hombre sabio calla lo que piensa cuando es inútil decirlo.
Si todos los animales noctámbulos iluminaran como la luciérnaga se acabarían las noches. Si todos los hombres iluminaran con su propia luz se acabaría la oscuridad.
Hay hombres que son como las luciérnagas: Iluminan con su propia luz, intermitente y pequeña.
Hay hombres que son como la luna: Iluminan con la luz fuerte y constante pero ajena.
No desprecies la luz de la luciérnaga porque es un insecto pequeño.
Ni dejes de valorar lo que piensa el hombre porque no tiene títulos ni dinero. Anímate a ser como la luciérnaga y descubrirás que en tu vida hay un poco de luz para iluminar a los otros.

Anónimo

domingo, 16 de octubre de 2011

Madre

Sé que mañana estarás allí para escucharme, aconsejarme, como si fuera tu propia vida, para creer una vez más en mí. Quiero que seas la luz que necesito para ver las cosas lindas que me puedan pasar. Sencillamente te quiero porque eres simple y porque cuando estoy mal, tu rostro sin quererlo se hace presente y todo se vuelve más fácil.
Quédate siempre conmigo como la primera vez que entré a la escuela de tu mano.
Nunca sentí tu ausencia, porque en cada ocasión sabía que no estaba sola y que tenía tu apoyo incondicional. Porque quiero compartir contigo cada momento de mi vida, sintiendo la fuerza de tu ejemplo y las mismas ganas de vivir.
Los años pasan, pero tu amor sigue igual e intenso porque eres mi madre, porque eres mi guía, porque te dedicas a tus hijos con alma y tesón. Madre gracias por todos los valores de vida que me enseñaste, y aunque yo deba emprender mi camino, tú estás y estarás en mi corazón alentándome como siempre.
Simplemente gracias, simplemente eres todo, simplemente te quiero.

Sandra Breccia

El retrato de una madre

Hay una mujer que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor y mucho de ángel por la incansable solicitud de sus cuidados.
Una mujer que siendo joven, tiene la reflexión de la anciana; y en la vejez, trabaja con el ardor de la juventud.
Una mujer que si es ignorante, descubre los secretos de la vida con más acierto que un sabio; y si es instruida, se acomoda a la candorosa simplicidad de los niños.
Una mujer que siendo pobre, se satisface con la felicidad de los que ama; y siendo rica, daría con gusto todo su tesoro por no sufrir en su corazón la herida de la ingratitud.
Una mujer que siendo vigorosa, se estremece con el vagido de un niño; y siendo débil, se reviste con la bravura de un león.
Una mujer que mientras vive, no la sabemos estimar porque a su lado todos los dolores se olvidan; pero después de muerta, daríamos todo lo que somos y todo lo que tenemos por mirarla sólo un instante, por recibir de ella un solo abrazo, por escuchar un solo acento de sus labios.
De esta mujer no me exijas el nombre, si no quieres que empañe con lágrimas esta página... porque ya vi pasar en mi camino.
Cuando crezcan tus hijos, léeles esta página y ellos cubrirán de besos tu frente, y les dirás que un humilde viajero, en pago del suntuoso hospedaje recibido, ha dejado aquí para ti y para ellos, un boceto del retrato de una madre.

Monseñor Ramón Angel Jara

lunes, 10 de octubre de 2011

Disfruta el momento

Una persona caía por un barranco y se sostuvo de las raíces de un árbol. Arriba del barranco había un oso inmenso queriendo devorarlo.
El oso mostraba los dientes, babeaba de ansiedad por el plato que tenía delante suyo. Y abajo, listos para tragarlo cuando cayera, estaban nada más y nada menos que seis tigres tremendamente hambrientos.
El levantaba la cabeza, miraba hacia arriba y veía el oso. Cuando el oso daba una tregua, oía el rugir de los tigres próximos a sus pies.
En determinado momento, el miró al costado izquierdo y vio una frutilla roja, linda, reflejando el sol. En un esfuerzo supremo, apoyó su cuerpo, sostenido solamente por la mano derecha y, con la izquierda, tomó la frutilla.
Cuando pudo mirarla mejor quedó admirado con su belleza. Entonces llevó la frutilla a la boca y disfrutó su sabor dulce y suculento. Fue un placer supremo comer aquella frutilla tan rica.
Quizá te preguntes: Pero, ¿y el oso? Olvida al oso y ¡come las frutillas! ¿Y los tigres? Mala suerte de los tigres, ¡come las frutillas!
Siempre existirán osos queriendo comer nuestras cabezas y tigres queriendo arrancar nuestros pies. Eso hace parte de la vida, pero es importante saber comer las frutillas, siempre. Nosotros no podemos dejar de comerlas sólo porque existen osos y tigres.
Los problemas no impiden a nadie ser feliz.
Come la frutilla, no dejes que ella escape.
Relájate y vive un día a la vez. Los problemas están en la vida de todos, pero la gran verdad es que el mejor momento para ser feliz ¡es ahora!

Autor desconocido

viernes, 7 de octubre de 2011

Cicatrices del alma

En un día caluroso de verano, un niño decidió ir a nadar en la laguna detrás de su casa. Salió corriendo por la puerta trasera, se tiró en el agua y nadaba feliz.
Su mamá desde la casa lo miraba por la ventana, y vio con horror lo que sucedía. En seguida corrió hacia su hijo gritándole lo más fuerte que podía. Oyéndole el niño se alarmó y miró nadando hacia su mamá. Pero fue demasiado tarde. Desde el muelle, la mamá agarró al niño por sus brazos. Justo cuando el caimán le agarraba sus piernitas.
La mujer jalaba determinada, con toda la fuerza de su corazón. El cocodrilo era más fuerte, pero la mamá era mucho más apasionada y su amor no la abandonaba.
Un señor que escuchó los gritos se apresuró hacia el lugar con una pistola y mató al cocodrilo. El niño sobrevivió y, aunque sus piernas sufrieron bastante, aún pudo llegar a caminar.
Cuando salió del trauma, un periodista le preguntó si le quería enseñar las cicatrices de sus piernas. El niño levantó la colcha y se las mostró. Pero entonces, con gran orgullo se remangó las mangas y dijo:"Pero las que usted debe de ver son éstas". Eran las marcas de las uñas de su mamá que habían presionado con fuerza. "Las tengo porque mamá no me soltó y me salvo la vida".

Moraleja: nosotros también tenemos cicatrices de un pasado doloroso. Algunas son causadas por nuestras faltas de amor, pero algunas son la huella con que Dios nos ha sostenido con fuerza para que no caigamos en las garras del mal.
Dios te bendiga siempre y recuerda que si te ha dolido alguna vez el alma, es porque Dios te ha agarrado demasiado fuerte para que no caigas.

Autor desconocido

lunes, 3 de octubre de 2011

La felicidad

El secreto de la felicidad está al alcance de todos, y tal vez ya todo esto lo sabemos, pero vale la pena repasarlo...
Hace muchísimos años vivió en la India un sabio de quien decían que guardaba en un cofre encantado un gran secreto que lo hacía ser un triunfador en todos los aspectos de su vida y que, por eso, se consideraba el hombre más feliz del mundo. Mucho reyes envidiosos le ofrecían poder y dinero y hasta intentaron robarle el cofre, pero todo era en vano. Mientras más lo intentaban, más infelices eran, pues la envidia no los dejaba vivir. Así pasaban los años y el sabio era cada día más feliz.
Un día llegó ante él un niño y le dijo:
-Señor, al igual que tú, quiero ser inmensamente feliz. ¿Por qué no me enseñas qué debo hacer para conseguirlo?
El sabio, al ver la sencillez y la pureza del niño, le dijo:
-A ti te enseñare el secreto para ser feliz. Ven conmigo y presta mucha atención. En realidad son dos cofres en donde guardo el secreto para ser feliz y éstos son mi mente y mi corazón, y el secreto no es otro que una serie de pasos que debes seguir a lo largo de tu vida.
El primero es saber que existe la presencia de Dios en todas las cosas de la vida y por lo tanto, debes amarlo y darle gracias por todo aquello que tienes y por todas las cosas que te pasan.
El segundo es que debes quererte a ti mismo todos los días al levantarte y al acostarte. Debes afirmarte en ti mismo y saber que no existen obstáculos que no puedas vencer. Eso es lo que comúnmente se denomina autoestima.
El tercer paso es que debes poner en práctica todo lo que dices que eres, es decir, si piensas que eres inteligente, actúa con inteligencia, si piensas que eres capaz, pues haz lo que te propones, no hables de más inventando fantasías, si piensas que eres cariñoso, pues expresa cariño, si piensas que no existen obstáculos en tu vida que no puedas vencer, entonces proponte metas en tu vida y lucha por ellas hasta lograrlas. Este paso se llama motivación.
El cuarto paso es que no debes envidiar a nadie por lo que tiene o por lo que es, ellos alcanzaron sus metas, tú logras las tuyas.
El quinto paso es que no debes albergar en tu corazón rencor hacia nadie, ese sentimiento no te dejará ser feliz, deja que las leyes de Dios hagan justicia, y tú... perdona y olvida.
El sexto paso es que no debes tomar las cosas que no te pertenecen, ten presente que de acuerdo con las leyes de la naturaleza, mañana te quitarán algo de más valor.
El séptimo paso es que no debes maltratar a nadie, todos los seres del mundo tenemos derecho a que se nos respete y se nos quiera.
Y por último, levántate siempre con una sonrisa en los labios, observa a tu alrededor y descubre en todas las cosas el lado bueno y bonito, piensa en lo afortunado que eres al tener todo lo que tienes, ayuda a los demás, sin pensar que vas a recibir nada a cambio. Si recibiste gratuitamente, da entonces gratuitamente. Ayuda a los demás en su crecimiento, así como lo han hecho contigo en otra oportunidad. Mira a las personas y descubre en ellas sus cualidades y comparte con ellos el secreto para ser triunfador, y que de esta manera puedan ser ambos felices.

Y como pueden ver, lo que los reyes y poderosos ansiaban, lo tenían al alcance de su mano.

Alberto E. Rojas