viernes, 18 de mayo de 2012

Cómo hacerte saber

Cómo hacerte saber que siempre hay un tiempo.
Que uno sólo debe buscarlo y desearlo.
Que nadie establece normas, salvo la vida.
Que la vida sin ciertas normas pierde la forma.
Que la forma no se pierde con abrirnos.
Que abrirnos no es amar indiscriminadamente.
Que no está prohibido amar, que también se puede odiar.
Que el odio y el amor son sentimientos.
Que la agresión porque sí duele mucho.
Que las heridas se cierran, que las puertas no deben cerrarse.
Que la mayor puerta es el afecto.
Que los afectos nos definen.
Que definirse no es remar contra la corriente.
Que no cuanto más fuerte es el trazo más se dibuja.
Que buscar un equilibrio no implica ser tibio.
Que negar palabras implica abrir distancias.
Que encontrarse es muy hermoso.
Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida.
Que la vida forma parte del sexo.
Que el "¿Por qué?" de los niños, tiene un porqué.
Que querer saber de alguien no es sólo curiosidad.
Que querer saber todo de todos es curiosidad malsana.
Que nunca está de más agradecer.
Que autodeterminación no es hacer las cosas solo.
Que nadie quiere estar solo.
Que para no estar solo hay que dar.
Que para dar debemos recibir antes.
Que para que nos den también hay que saber pedir.
Que saber pedir no es regalarse.
Que regalarse en definitiva es no quererse.
Que para que nos quieran, debemos demostrar qué somos.
Que para que alguien sea, hay que ayudarlo.
Que ayudar es poder alentar y apoyar.
Que adular no es apoyar.
Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara.
Que las cosas cara a cara son más honestar.
Que nadie es más honesto porque no roba.
Que quien roba no es ladrón por placer.
Que cuando no hay placer en las cosas, no se está viviendo.
Que para sentir la vida, no hay que olvidarse que existe la muerte.
Que se puede estar muerto en vida.
Que se siente con el cuerpo y con la mente.
Que con los oídos se escucha.
Que cuesta ser sensibles, y no herirse.
Que herirse no es desangrarse.
Que para no ser heridos, levantamos muros.
Que quien siempre muros no cosecha nada.
Que casi todos somos albañiles de muros.
Que sería mejor construir puentes.
Que sobre ellos se va a la otra orilla, y que también se vuelve.
Que volver no implica retroceder.
Que al retroceder, también se puede avanzar.
Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol.
Cómo hacerte saber que nadie establece normas, salvo la vida!

W.Witman

jueves, 10 de mayo de 2012

Historia del salmón

¿Han visto alguna vez a los salmones saltando río arriba? Realizaban un viaje contra corriente increíble, que todavía no es demasiado comprendido por los científicos.
El salmón nace en el río y permanece en agua dulce mientras es pequeño. Cuando llega su juventud, baja hasta el mar, donde vive y llega a su madurez. Cuando se acerca la época de la reproducción, emprende el camino de vuelta, volviendo exactamente al lugar  donde nació.
Es un viaje muy duro. Centenares de kilómetros, llenos de dificultades, de rápidos y cascadas. Tiene que liberarse de las plantas acuáticas que lo tratan de retener ¡Y si sólo fuera eso! Lo peor es que el salmón se encuentra en el río a muchos peces, compañeros, que se dejan arrastrar por la corriente y que le dicen:
-Ven con nosotros. En el mar se está muy bien. ¿Qué quieres hacer allá arriba?
Y otros le gritan:
-¡No subas más arriba, hay peces que te atacan!
Y así es. Mirando hacia delante, el salmón puede ver cómo hay salmones heridos por las mordeduras. Entonces comienza a dudar y piensa:
-No puedo más. Me quedaré a descansar un rato allá, donde parece que el agua se remansa. Ya continuaré cuando haya recuperado las fuerzas.
Pero, al mismo tiempo, escucha una voz interior que le empuja:
-Salmón, ¡No te dejes llevar por lo fácil! ¡Continua tu viaje con los compañeros que luchan a tu lado! O sigues río arriba o la corriente te arrastrará hacia abajo. No hay otra alternativa: ¡O río arriba o hacia el mar!
Parece que los salmones no comen nada, una vez que han comenzado su ascensión río arriba. Sólo el instinto les da fuerzas para luchas contra la corriente.
No todos llegan a la meta: muchos mueren exhaustos durante su titánico viaje. Al llegar al lugar de su nacimiento, las hembras ponen los huevos y los machos los fertilizan. Ya pueden, agotados, morir: ellos sí que han sido fecundos.

¿Qué voces desde el exterior te están tentando ahora para que no luches? ¿Cuándo y cómo has escuchado la voz de tu interior que te invitaba a seguir adelante?
Sólo somos auténticamente fecundos si somos capaces de morir un poco a nosotros mismos, como el salmón. ¿A qué tendrías que morir ahora mismo para conseguir ese tipo de fecundidad?

Autor desconocido

Las cuatro velas

Las cuatro velas se quemaban lentamente.
En el ambiente había tal silencio que se podía oír el diálogo que mantenían.
La primera dijo:
-¡YO SOY LA PAZ! Pero las personas no consiguen mantenerme.
Creo que me voy a apagar. Y, disminuyendo su fuego rápidamente, se apagó por completo.
Dijo la segunda:
-¡YO SOY LA FE! Lamentablemente a los hombres les parezco superflua. Las personas no quieren saber de mí. No tiene sentido permanecer encendida. Cuando terminó de hablar, una brisa pasó suavemente sobre ella y se apagó.
Rápida y triste la tercera vela se manifestó:
-¡YO SOY EL AMOR! no tengo fuerzas para seguir encendida. Las personas me dejan a un lado y no comprenden mi importancia. Se olvidan hasta de aquellos que están muy cerca y les aman. Y, sin esperar más, se apagó.
De repente... entró un niño y vió las tres velas apagadas.
-Pero, ¿Qué es esto? Debieran estar encendidas hasta el final.
Al decir esto comenzó a llorar.
Entonces, la cuarta vela habló:
-No tengas miedo, mientras yo tenga fuego, podremos encender las demás velas. YO SOY ¡LA ESPERANZA!
Con los ojos brillantes, agarró la vela que todavía ardía... y encendió las demás.
¡Que la esperanza nunca se apague dentro de nosotros... y que cada uno de nosotros sepamos ser la herramienta que los niños necesitan para mantener la Esperanza, la Fe, la Paz y el Amor!

Autor desconocido