viernes, 26 de octubre de 2012

Como papel arrugado

Mi carácter impulsivo, cuando era niño me hacía reventar en cólera a la menor provocación, la mayoría de las veces después de uno de esos incidentes, me sentía avergonzado y me esforzaba por consolar a quién había dañado.
Un día mi maestro, que me vio dando excusas después de una explosión de ira, me llevó al salón y me entrego una hoja de papel lisa y me dijo:
-¡Estrújalo! 
Asombrado obedecí e hice con él una bolita.
-Ahora- volvió a decirme- déjalo como estaba antes.
Por supuesto que no pude dejarlo como estaba, por más que traté el papel quedó lleno de pliegues y arrugas.
-El corazón de las personas- me dijo- es como ese papel... La impresión que en ellos dejas, será difícil de borrar como esas arrugas y esos pliegues.
Así aprendí a ser más comprensivo y paciente. Cuando siento ganas de estallar, recuerdo ese papel arrugado.
La impresión que dejamos en los demás es imposible de borrar...
Más cuando lastimamos con nuestras reacciones o con nuestras palabras... Luego queremos enmendar el error pero ya es tarde... Alguien dijo alguna vez: "Habla cuando tus palabras sean tan suaves como el silencio".
Por impulso no nos controlamos y sin pensar arrojamos en la cara del otro palabras llenas de odio o rencor y luego cuando pensamos en ello nos arrepentimos. Pero no podemos dar marcha atrás, no podemos borrar lo que quedó grabado en el otro.
Muchas personas dicen:
-Aunque le duela se lo voy a decir...
-La verdad siempre duele...,
-No le gustó porque le dije la verdad..., etc
Si sabemos que algo va a doler, a lastimas, si por un instante imaginamos cómo podríamos sentirnos nosotros si alguien nos hablara o actuará así...¿Lo haríamos?
Otras personas dicen ser frontales y de esa forma se justifican al lastimar:
-Se lo dije al fin...,
-Para qué le voy a mentir...,
-Yo siempre digo la verdad aunque duela...
Qué distinto sería todo si pensáramos antes de actuar, si frente a nosotros estuviéramos sólo nosotros y todo lo que sale de nosotros lo recibiéramos nosotros mismos ¿no?
Entonces sí nos esforzaríamos por dar lo mejor y por analizar la calidad de lo que vamos a entregar...
Aprendamos a ser compresivos y pacientes. Pensemos antes de hablar y de actuar...

Anónimo

Es bueno, pero es mejor...

Es bueno saber que hay hombres de ciencia, pero es mejor que seamos hombres de conciencia.
Es bueno saber lo que tenemos que hacer, pero es mejor hacer lo que debemos hacer.
Es bueno hacer planes y fijarse un propósito, pero es mejor llevarlos a cabo.
Es bueno desear el éxito, pero es mejor realizar las cosas necesarias para lograrlo.
Es bueno hacer promesas, pero es mejor cumplirlas.
Es bueno tener dignidad, pero es mejor no pisar la de otros.
Es bueno saberse amado y comprendido, pero es mejor amar y comprender a los demás.
Es bueno procurar no fracasar, pero es mejor ayudar al fracasado.
Es bueno buscar la verdad, pero es mejor hablar siempre con ella.
Es bueno tener fe, pero es mejor sembrarla en los que aún no conocen a Dios.
¡Es bueno ayudar para que te ayuden, pero hazlo ya porque el tiempo pasa!

Anónimo.

sábado, 7 de julio de 2012

Luz

¿Cómo: la luz de la lámpara , hasta que se la apaga, brilla, sin perder nada de su resplandor y tú vas a dejar que la verdad, la justicia, la templanza, se apaguen en ti antes que tú?

Marco Aurelio

domingo, 1 de julio de 2012

La telaraña

Dicen que una vez un hombre, era perseguido por varios malhechores que querían matarlo. El hombre ingreso a una cueva.
Los malhechores empezaron a buscarlo por las cuevas anteriores de la que el se encontraba.
Con tal desesperación elevo una plegaria a Dios, de la siguiente manera:
-Dios todopoderoso, haz que dos ángeles bajen y tapen la entrada, para que no entren a matarme.
En ese momento escuchó a los hombres acercándose a la cueva en la que él se encontraba, y vio que apareció una arañita.
La arañita empezó a tejer una telaraña en la entrada.
El hombre volvió a elevar otra plegaria, esta vez más angustiado:
-Señor te pedí ángeles, no una araña.
Y continuó:- Señor por favor, con tu mano poderosa coloca un muro fuerte en la entrada para que los hombres no puedan entrar a matarme.
Abrió los ojos esperando ver el muro tapando la entrada, y observó a la arañita tejiendo la telaraña.
Estaban ya los malhechores ingresando en la cueva anterior de la que se encontraba el hombre y este quedó esperando su muerte.
Cuando los malhechores estuvieron frente a la cueva que se encontraba el hombre, ya la arañita había tapado toda la entrada, entonces se escuchó esta conversación:
Primer hombre:- Vamos, entremos en esta cueva.
Segundo hombre:- No. ¿No ves que hasta hay telarañas?, nadie ha entrado en esta cueva. Sigamos buscando en las demás cuevas.

La fe es creer que se tiene lo que no se ve. Perseverar en lo imposible.
Hay una frase muy bella que dice: "Si le pides a Dios un árbol te lo dará, en forma de semilla".
Pedimos cosas que desde nuestra perspectiva humana son lo que necesitamos pero, Dios nos da aquellas con las cuales nos muestra que con cosas muy sencillas, Él puede hacer mucho más.

Anónimo.

sábado, 2 de junio de 2012

¡Sígueme!

Cuando las horas de desaliento te invadan el alma, y las lágrimas afloren en tus ojos, búscame: Yo soy Aquel  que sabe consolarte y pronto se detienen tus lágrimas.
Cuando desaparezca tu ánimo para luchar en las dificultades de la vida, o sientas que estás pronto a desfallecer, llámame: Yo soy la fuerza capaz de remover las piedras de tu camino y sobreponerte a las adversidades del mundo.
Cuando sin clemencia te encontrarás, de suerte que no tuvieras dónde reclinar tu cabeza, corre junto a mí: Yo soy el refugio, en cuyo seno encontrarás guarida para tu cuerpo, y tranquilidad para tu espíritu.
Cuando te falte la calma, en momentos de gran aflicción, y te consideres incapaz de conservar la serenidad de espíritu, invócame: Yo soy la paciencia que te ayudará a vencer las dificultades más dolorosas y triunfar en las situaciones más difíciles.
Cuando te debatas en los misterios de la vida y tengas el alma golpeada por los obstáculos del camino, grita por mí: Yo soy el bálsamo que cicatrizará tus heridas y aliviará tus padecimientos.
Cuando el mundo sólo te haga falsas promesas y creas que ya nadie puede inspirarte confianza, ven a mí: Yo soy la sinceridad, que sabe corresponder a la franqueza de tus actitudes y a la nobleza de tus ideas.
Cuando la tristeza o la melancolía intente albergarse en tu corazón, clama por mí: Yo soy la alegría que te infunde un aliento nuevo y te hará conocer los encantos de tu mundo interior.
Cuando, uno a uno, se destruyan tus ideales más bellos y te sientas desesperado, apela a mí: Yo soy la esperanza que te robustece la Fe.
Cuando la impiedad te revela las faltas y la dureza del corazón humano, aclámame: Yo soy el perdón, que te levanta el ánimo y promueve la rehabilitación de tu alma.
Cuando dudes de todo, hasta de tus propias convicciones, y el escepticismo te aborde el alma, recurre a mí: Yo soy la Fe que te inunda de luz y de entendimiento para que alcance la felicidad.
Cuando ya nadie te tienda una mano tierna y sincera y te desilusiones de los sentimientos de tus semejantes, aproxímate a mí: Yo soy la renuncia que te enseñará a entender la ingratitud de los hombres y la incomprensión del mundo.
Y cuando al fin quieras saber quién soy, pregúntale al río que murmura, al pájaro que canta, a las estrellas que titilan.
Yo soy la dinámica de la vida, y la armonía de la naturaleza.
Me llamo Amor y soy el remedio para todos los males que atormenten tu espíritu.


Anónimo.

Para pensarlo...

Hoy tenemos edificios más altos y autopistas más anchas, pero temperamentos más cortos y puntos de vista más estrechos. Gastamos más, pero disfrutamos menos.
Tenemos casas más grandes, pero familias más chicas.
Tenemos más compromisos, pero menos tiempo.
Tenemos más conocimientos, pero menos criterio.
Tenemos más medicinas, pero menos salud.
Hemos multiplicado nuestras posesiones, pero hemos reducido nuestros valores. Hablamos mucho, amamos poco y odiamos demasiado. Hemos llegado a la Luna y regresamos, pero tenemos problemas para cruzar la calle y conocer a nuestro vecino.
Hemos conquistado el espacio exterior pero no el interior.
Tenemos mayores ingresos, pero menos moral...
Estos son tiempos con más libertad, pero menos alegría...
Con más comida, pero menos nutrición...
Son días que llegan dos sueldos a casa, pero aumentan los divorcios.
Son tiempo de casas más lindas, pero más hogares rotos.
Por todo esto, propongo que de hoy en adelante no guardes nada " para una ocasión especial", porque cada día que vivas es una ocasión especial. Busca a Dios, aprende a conocerle, lee más, siéntate en la terraza y admira la vista sin fijarte en las malas hierbas.
Pasa más tiempo con tu familia y con tus amigos, come tu comida preferida, visita los sitios que ames. La vida es una sucesión de momentos para disfrutar, no es sólo para sobrevivir.
Usa tus copas de cristal, no guardes tu mejor perfume, úsalo cada vez que te den ganas de hacerlo.
Las frases "uno de estos días", "algún día", quítalas de tu vocabulario. Escribamos aquella carta que pensábamos escribir, "uno de estos días". Digamos hoy a nuestros familiares y amigos, cuánto los queremos.
Por eso, no retardes nada que agregaría risa y alegría a tu vida.


Anónimo.

viernes, 1 de junio de 2012

Prométete a ti mismo...

Sé tan fuerte... que nada pueda turbar la paz de tu pensamiento.
Habla de felicidad y prosperidad a cada persona que encuentres.
Mira siempre el lado positivo de las cosas.
Piensa solamente lo mejor, trabaja por lo mejor, y espera lo mejor.
Alégrate del triunfo de los otros, como si fuera el tuyo propio.
Olvida los errores cometidos en el pasado, y piensa solamente en las promesas del futuro...
Ten en todo momento buen semblante y ofrece siempre una sonrisa.
Trata de mejorar en cada momento, para que no te quede tiempo de criticar, y tú llegues a lo máximo que puedas ser.
Haz que todos tus amigos sientan que hay algo bueno en ellos.

Prométete a ti mismo, ser;
Demasiado generoso para afligirte...
Demasiado noble para enojarte...
Demasiado fuerte para sentir miedo...
Demasiado feliz para permitir la entrada de preocupaciones...
Luego, cumple estas promesas, y tu vida será distinta.

Dios provee a cada pájaro su alimento, pero no se lo pone en el nido.

Anónimo.

viernes, 18 de mayo de 2012

Cómo hacerte saber

Cómo hacerte saber que siempre hay un tiempo.
Que uno sólo debe buscarlo y desearlo.
Que nadie establece normas, salvo la vida.
Que la vida sin ciertas normas pierde la forma.
Que la forma no se pierde con abrirnos.
Que abrirnos no es amar indiscriminadamente.
Que no está prohibido amar, que también se puede odiar.
Que el odio y el amor son sentimientos.
Que la agresión porque sí duele mucho.
Que las heridas se cierran, que las puertas no deben cerrarse.
Que la mayor puerta es el afecto.
Que los afectos nos definen.
Que definirse no es remar contra la corriente.
Que no cuanto más fuerte es el trazo más se dibuja.
Que buscar un equilibrio no implica ser tibio.
Que negar palabras implica abrir distancias.
Que encontrarse es muy hermoso.
Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida.
Que la vida forma parte del sexo.
Que el "¿Por qué?" de los niños, tiene un porqué.
Que querer saber de alguien no es sólo curiosidad.
Que querer saber todo de todos es curiosidad malsana.
Que nunca está de más agradecer.
Que autodeterminación no es hacer las cosas solo.
Que nadie quiere estar solo.
Que para no estar solo hay que dar.
Que para dar debemos recibir antes.
Que para que nos den también hay que saber pedir.
Que saber pedir no es regalarse.
Que regalarse en definitiva es no quererse.
Que para que nos quieran, debemos demostrar qué somos.
Que para que alguien sea, hay que ayudarlo.
Que ayudar es poder alentar y apoyar.
Que adular no es apoyar.
Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara.
Que las cosas cara a cara son más honestar.
Que nadie es más honesto porque no roba.
Que quien roba no es ladrón por placer.
Que cuando no hay placer en las cosas, no se está viviendo.
Que para sentir la vida, no hay que olvidarse que existe la muerte.
Que se puede estar muerto en vida.
Que se siente con el cuerpo y con la mente.
Que con los oídos se escucha.
Que cuesta ser sensibles, y no herirse.
Que herirse no es desangrarse.
Que para no ser heridos, levantamos muros.
Que quien siempre muros no cosecha nada.
Que casi todos somos albañiles de muros.
Que sería mejor construir puentes.
Que sobre ellos se va a la otra orilla, y que también se vuelve.
Que volver no implica retroceder.
Que al retroceder, también se puede avanzar.
Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol.
Cómo hacerte saber que nadie establece normas, salvo la vida!

W.Witman

jueves, 10 de mayo de 2012

Historia del salmón

¿Han visto alguna vez a los salmones saltando río arriba? Realizaban un viaje contra corriente increíble, que todavía no es demasiado comprendido por los científicos.
El salmón nace en el río y permanece en agua dulce mientras es pequeño. Cuando llega su juventud, baja hasta el mar, donde vive y llega a su madurez. Cuando se acerca la época de la reproducción, emprende el camino de vuelta, volviendo exactamente al lugar  donde nació.
Es un viaje muy duro. Centenares de kilómetros, llenos de dificultades, de rápidos y cascadas. Tiene que liberarse de las plantas acuáticas que lo tratan de retener ¡Y si sólo fuera eso! Lo peor es que el salmón se encuentra en el río a muchos peces, compañeros, que se dejan arrastrar por la corriente y que le dicen:
-Ven con nosotros. En el mar se está muy bien. ¿Qué quieres hacer allá arriba?
Y otros le gritan:
-¡No subas más arriba, hay peces que te atacan!
Y así es. Mirando hacia delante, el salmón puede ver cómo hay salmones heridos por las mordeduras. Entonces comienza a dudar y piensa:
-No puedo más. Me quedaré a descansar un rato allá, donde parece que el agua se remansa. Ya continuaré cuando haya recuperado las fuerzas.
Pero, al mismo tiempo, escucha una voz interior que le empuja:
-Salmón, ¡No te dejes llevar por lo fácil! ¡Continua tu viaje con los compañeros que luchan a tu lado! O sigues río arriba o la corriente te arrastrará hacia abajo. No hay otra alternativa: ¡O río arriba o hacia el mar!
Parece que los salmones no comen nada, una vez que han comenzado su ascensión río arriba. Sólo el instinto les da fuerzas para luchas contra la corriente.
No todos llegan a la meta: muchos mueren exhaustos durante su titánico viaje. Al llegar al lugar de su nacimiento, las hembras ponen los huevos y los machos los fertilizan. Ya pueden, agotados, morir: ellos sí que han sido fecundos.

¿Qué voces desde el exterior te están tentando ahora para que no luches? ¿Cuándo y cómo has escuchado la voz de tu interior que te invitaba a seguir adelante?
Sólo somos auténticamente fecundos si somos capaces de morir un poco a nosotros mismos, como el salmón. ¿A qué tendrías que morir ahora mismo para conseguir ese tipo de fecundidad?

Autor desconocido

Las cuatro velas

Las cuatro velas se quemaban lentamente.
En el ambiente había tal silencio que se podía oír el diálogo que mantenían.
La primera dijo:
-¡YO SOY LA PAZ! Pero las personas no consiguen mantenerme.
Creo que me voy a apagar. Y, disminuyendo su fuego rápidamente, se apagó por completo.
Dijo la segunda:
-¡YO SOY LA FE! Lamentablemente a los hombres les parezco superflua. Las personas no quieren saber de mí. No tiene sentido permanecer encendida. Cuando terminó de hablar, una brisa pasó suavemente sobre ella y se apagó.
Rápida y triste la tercera vela se manifestó:
-¡YO SOY EL AMOR! no tengo fuerzas para seguir encendida. Las personas me dejan a un lado y no comprenden mi importancia. Se olvidan hasta de aquellos que están muy cerca y les aman. Y, sin esperar más, se apagó.
De repente... entró un niño y vió las tres velas apagadas.
-Pero, ¿Qué es esto? Debieran estar encendidas hasta el final.
Al decir esto comenzó a llorar.
Entonces, la cuarta vela habló:
-No tengas miedo, mientras yo tenga fuego, podremos encender las demás velas. YO SOY ¡LA ESPERANZA!
Con los ojos brillantes, agarró la vela que todavía ardía... y encendió las demás.
¡Que la esperanza nunca se apague dentro de nosotros... y que cada uno de nosotros sepamos ser la herramienta que los niños necesitan para mantener la Esperanza, la Fe, la Paz y el Amor!

Autor desconocido

jueves, 26 de abril de 2012

Había una vez...

Había una vez una joven que tenía de todo... Un esposo maravilloso, hijos perfectos, un buen empleo que le daba muchísimas gratificaciones y una familia muy unida...
Lo extraño es que ella no podía conciliar todo eso; el trabajo y los quehaceres le ocupaban todo el tiempo y su vida siempre era complicada en algunas áreas.
Si el trabajo le tomaba más tiempo, ella tomaba tiempo de los hijos, si surgían problemas, ella dejaba de lado al esposo para tener más tiempo para resolverlos, y así las personas que ella amaba y sus necesidades pasaban a segundo lugar, para después.
Un día su padre, un hombre muy sabio, le dio un hermoso regalo, una planta muy cara y rara de la cual sólo existía un ejemplar en todo el mundo, era única, irrepetible.
Al entregársela, éste le dijo:
-Hija, esta planta te va a ayudar mucho, ¡más de lo que te imaginas! Tan sólo tendrás que regarla y podarla de vez en cuando y a veces conversar un poco con ella y a cambio te dará un perfume maravilloso y flores divinas.
La joven quedó muy emocionada, a fin de cuentas la planta era de una belleza sin igual.
Pero el tiempo fue pasando, los problemas surgieron, el trabajo consumía todo el tiempo y su vida continuaba tan agitada y confusa que no le permitía cuidar de la planta.
Ella llegaba a casa, miraba la planta y estaba viva, no mostraba señal de debilidad o de estar marchitándose, apenas un poco descolorida, pero aún linda y perfumada, entonces ella pasaba de largo, aspirando embelesada el aroma que ella dejaba en la casa.
Hasta que un día, sin darse cuenta, la planta murió. Ella al llegar a casa se llevó un tremendo susto y una honda pena, la bella planta ahora estaba marchita y sin vida, la raíz reseca, sus hojas caídas, oscuras y arrugadas.
La joven lloró mucho y contó a su padre lo que había sucedido.
Su padre le respondió:
-Yo ya me imaginaba que eso ocurriría, desafortunadamente no puedo curar tu pena dándote otra planta igual a esa que pueda compensar tu falta, porque era única, así como tus hijos, tu esposo, tu familia.
Todos son bendiciones que has recibido de Dios, pero tienes que aprender a regarlos, podarlos y darles atención, pues al igual que la planta que has perdido, los sentimientos también se mueren y se marchitan. Te acostumbraste a ver la planta siempre ahí, siempre florecida y perfumada y te olvidaste de cuidarla.

¡Cuida a las personas que amas!

Eloy Martín

Cuando pasen los años...

Cuando pasen los años, y pareciera que yo no soy el mismo, cuando me vaya volviendo más torpe, teneme paciencia, recuerda las horas que pasamos juntos y fui yo, quien te enseño a hacer las mismas cosas que hoy yo no puedo resolver.
Cuando veas que me pierdo frente a toda esta tecnología que no puedo entender, dedícame tu tiempo, recuerda que yo te enseñe las cosas simples para enfrentar la vida.
Si me paso repitiendo siempre las mismas historias, y ya sabes cómo terminan, escúchame, recuerda que cuando eras chico tuve que contarte el mismo cuento, cientos de veces hasta que durmieras.
Si mientras hablamos, me olvido de lo que estamos hablando, dame tiempo para recordar, recuerda que para mí no es importante el contenido de la conversación, sino el tiempo que estamos compartiendo.
Cuando mis piernas me fallen, dame tu mano para que me apoye, así como yo lo hice cuando empezaste a caminar.
Dame tu cariño, compréndeme y ámame, como yo lo hice desde que naciste. Siempre quise lo mejor para ti, y hoy estoy orgulloso de ver quien eres y cómo enfrentas la vida.
Cuando pasen los años, así como yo te he acompañado, acompañame tú hasta donde el final del camino me lleve.

Cuando pasen los años, sigamos caminando juntos...

Anónimo.

sábado, 14 de abril de 2012

Hubo un momento

Hubo un momento en el que creíste que la tristeza sería eterna, pero volviste a sorprenderte a ti mismo riendo sin parar.
Hubo un momento en el que dejaste de creer en el amor y luego apareció esa persona y no pudiste dejar de amarla cada día más.
Hubo un momento en el que la amistad parecía no existir.
Y conociste a ese amigo que te hizo reír y llorar en los mejores y peores momentos.
Hubo un momento en el que estabas seguro de que la comunicación con alguien se había perdido. Y fue cuando el cartero visitó el buzón de tu casa.
Hubo un momento en el que una pelea prometía ser eterna.
Y sin dejarte ni siquiera entristecerte terminó en un abrazo.
Hubo un momento en que un examen parecía imposible de pasar.
Y hoy es un examen más que aprobaste en tu carrera.
Hubo un momento en el que dudaste de encontrar un buen trabajo.
Y hoy puedes darte el lujo de ahorrar para el futuro.
Hubo un momento en el que sentiste que no podrías hacer algo.
Y hoy te sorprendes a ti mismo haciéndolo.
Hubo un momento en el que creíste que nadie podría comprenderte.
Y te quedaste boquiabierto mientras alguien parecía leer tu corazón.
Así como hubo un momentos en que la vida cambió en un instante, nunca olvides que aún habrá momentos en que lo imposible se tornará un sueño hecho realidad.
Nunca dejes de soñar, porque soñar es el principio de un sueño hecho realidad.
¡Que la distancia a tus metas sea la misma que existe entre Dios y tu corazón!

Anónimo.

La paz perfecta

Había una vez un rey que ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera captar en una pintura la paz perfecta. Muchos artistas intentaron.
El rey observo y admiró todas las pinturas, pero solamente hubo dos que a él realmente le gustaron y tuvo que escoger entre ellas.
La primera era un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto donde se reflejaban unas plácidas montañas que lo rodeaban.
Sobre éstas se encontraba un cielo muy azul con tenues nubes blancas. Todos los que miraron esta pintura pensaron que ésta reflejaba la paz perfecta. La segunda pintura también tenía montañas. Pero éstas eran escabrosas y descubiertas. Sobre ellas había un cielo furioso del cual caía un impetuoso aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua. Todo esto no revelaba lo pacífico en lo más mínimo.
Pero cuando el rey observó cuidadosamente, miró tras la cascada un delicado arbusto que crecía en una grieta de la roca. En este arbusto se encontraba un nido. Allí, en medio del rugir de la violenta caída de agua, estaba sentado plácidamente un pajarito... "la paz perfecta".
Sin dudarlo, el rey escogió esta pintura y explicó:
"Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Paz significa que a pesar de estar en medio de estas cosas permanezcamos calmados dentro de nuestro corazón. Éste es el verdadero significado de la paz".

Autor desconocido

domingo, 4 de marzo de 2012

Por un poco de tierra

Esto sucedió cuando se repartía la tierra en un reino muy lejos de aquí y hace mucho tiempo. El rey reunió a todos los de su pueblo y les propuso que cada uno eligiese un pedazo de campo para cultivar según sus necesidades y aspiraciones que tuviese.
Entre los que se presentaron a solicitar un trozo de tierra se encontraba una persona sumamente ambiciosa, que quería desmedidamente ser dueño de una gran extensión.
El rey lo sabía. Cuando estuvo en su presencia y escuchó su pedido, el monarca le aseguró que se convertiría en dueño de toda aquella tierra que lograra encerrar en un círculo caminando de sol a sol durante una jornada entera. Pero que sin falta tendría que cerrar el círculo antes de que se pusiera el sol, porque de lo contrarío nada recibiría.
Entusiasmado por la idea, el hombre partió apenas despuntado el sol, lleno de bríos y dispuesto a abarcar el máximo de terreno que pudiese.
Se lanzó a la carrera bordeando un arroyo, y cada vez que encontraba un paso para cruzarlo con el fin de ir cerrando el perímetro, se le aparecía un paisaje que lo tentaba a abarcarlo también dentro de sus ambiciones. Se decía que con sólo correr un poco más rápido lograría ser dueño también de aquella región.
Corrió y corrió. Cuando mediaba el día, se encontraba ya muy lejos y comenzó a realizar el arco que le permitiese rerornar al punto de partida antes de la puesta del sol, cerrando el círculo. Pero ello significaba que su camino de regreso tendría que ser mucho más largo que lo realizado hasta ese momento. Apuró la carrera, siempre tentado por una pradera nueva, un arroyo cristalino que le cerraba el paso, o un valle encantador que no quería perder.
A media tarde ya no daba más, pero sacando fuerzas de sus mismas ambiciones, continuó su carrera cada vez más veloz.
Y cuando faltaba solo una hora para que muriera el día, temió no llegar a tiempo.
Enderezó decididamente hacia la meta que se le aparecía cada vez más imposible de alcanzar, pero absolutamente necesaria para darle sentido proyecto al que él mismo se había condenado.
Todo el pueblo se había reunido para verlo llegar. El rey ocupaba su trono y como juez dictaminaría sobre el resultado y el fiel cumplimiento de los términos. Con la mirada lo habián seguido durante toda la jornada contemplando como frente a cada decisión había optado siempre por la seducción de sus ambiciones calculando imprudentemente sus posibilidades. El último trecho era un camino recto que trepaba la colina donde se lo esperaba. Su corazón ya no daba más y sus músculos exigidos al máximo se negaban a responder a su voluntad pero había que llegar. Porque el sol ya estaba por tocar el horizonte y bajaba inexorablemente hacia su ocaso.
Y llegó, pero fue sólo para derrumbarse fulminado por un infarto a los pies del rey, agotado su corazón por el cansancio de aquella insensata carrera.
Cuando lo llevaron a enterrar, todo el pueblo constató qué poco lugar bastaba para su sepultura. Y que ella era el único trozo que en realidad había logrado conseguir con sus locas ambiciones.

Autor anónimo

domingo, 29 de enero de 2012

Nada te turbe

Nada te turbe,
nada te espante,
Todo se pasa.

Dios no se muda,
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta.

Sólo Dios basta.

Santa Teresa de Jesús

lunes, 9 de enero de 2012

Aférrate

Aférrate a la fe, porque es la fuente de la creencia de que todo es posible. Es la fibra y es la fortaleza de un alma confiada.
Aférrate a la esperanza, porque destierra la duda y da lugar a actitudes positivas y alegres.
Aférrate a la confianza, porque se encuentra en el corazón de las relaciones fructíferas que son seguras y satisfechas.
Aférrate al amor, porque es el don más preciado de la vida, porque es generoso, se preocupa y da significado a la vida.
Aférrate a la familia y a los amigos, porque son las personas más importantes en tu vida y porque hacen del mundo un lugar mejor.
Ellos son la vida que ha crecido con el tiempo para ayudarte a seguir tu camino y permanecer siempre cerca de ti.
Aférrate a todo lo que eres y a todo lo que has aprendido, porque esto es lo que te convierte en un ser singular.
No menosprecies lo que sientes y lo que crees que es bueno e importante, tu corazón te habla con más fuerza que tu mente.
Aférrate a tus sueños, alcánzalos de manera diligente y honrada. No tomes nunca el camino fácil ni te rindas ante el engaño.
Recuerda a otros en tu camino y dedica tiempo para atender sus necesidades.
Disfruta de la belleza que te rodea. Ten valor para ver las cosas de manera diferente y más clara.
Haz del mundo un lugar mejor día a día y no te olvides de las cosas importantes que dan significado a tu vida.

Anónimo.

miércoles, 4 de enero de 2012

La Ofrenda del cuarto Rey Mago

Los tres Reyes Magos eran en realidad cuatro. Este último, Artabán, se retrasó en el camino por atender a un pordiosero, y perdió a la caravana.
Cuando llegó a Belén para ofrecer sus dones: un zafiro, un rubí y una perla -era toda una fortuna- el Niño ya no estaba, sus padres se lo habían llevado a Egipto, según le informaron, por temor a Herodes.
Así que el Mago decidió proseguir su viaje a este país, con la esperanza de hallarlo.
Búsqueda inútil.
Peregrinó años por el lugar -¿tal vez quince?- sin resultado alguno.
Pero entre tanto fue perdiendo sus recursos. Entre ellos se le fueron sus dos preciosas piedras: el zafiro y el rubí. Aunque no los había gastado en su propio bienestar, sino en socorrer a los desdichados que hallaba en su camino.
Un santo rabino le indicó que fuera a Jerusalén: las Escrituras decían que ahí sería proclamado rey, el Mesías.
Otra vez en camino, y otra vez la imposibilidad de llegar. Cuando estaba a menos de un día, salieron a su encuentro unos leprosos llevando a un muchacho medio muerto. El Mago-médico corrió a socorrerlo y acabó yendo con el grupo a la colonia. Era una pocilga infecciosa.
Artabán les enseñó a tomar fundamentales medidas higiénicas, a buscar agua, técnicas para labrar tierras arenosas, además los curaba periódicamente... Esta labor le llevó años. La colonia se convirtió en un oasis.
Era más de los que podían soportar sus vecinos que terminaron quemándoles las cosechas
Artabán acusó el impacto, no tenía fuerzas para volver a empezar, ni medios: su perla la había vendido para ayudarlos.
Decidió llegar a Jerusalén para ver aunque sea antes de morir a su Rey de Reyes. Se marchó pues del grupo y emprendió su última peregrinación.
Y vió al Mesías, pero no lleno de resplandor y poder, sinó crucificado y coronado de espinas y con un cartel que decía: "Rey de los judíos".
Pensó que era un fracaso como él.
-Señor, llegué tarde... nada tengo para darte- dijo el Mago- pero advirtió que ya había muerto. Sin embargo sintió en el corazón que el rey crucificado le respondía:
-Yo no quería tus joyas, quería el pan con el que me saciaste, tus manos que me curaron...
-¡Oh, no, Señor, nunca te di de comer, ni te curé!- le interrumpió el Mago- no te conocía.
-Artabán-volvió a decir la voz-, cada vez que lo hiciste con uno de esos pequeños, conmigo lo hiciste, por eso tardaste... yo quería el don de tu vida y me la acabas de dar...

Anónimo

lunes, 2 de enero de 2012

Nunca me olvidaré

Nunca me olvidaré de mi madre;
por lo general estaba muy ocupada durante todo el día
pero al atardecer se daba prisa en terminar sus
quehaceres para recibir a mi padre.
Por aquel entonces nosotros no lo entendíamos,
y solíamos sonreír,
e incluso gastarle alguna broma.
Ahora no puedo dejar de recordar esa gran delicadeza
que ella mostraba con él.
Ocurriera lo que ocurriese,
siempre estaba preparada para recibirlo con una
sonrisa en los labios.
Ahora no tenemos tiempo,
los padres y las madres están tan ocupados
que cuando llegan sus hijos a casa,
no los reciben con amor, ni con una sonrisa.
Si ayudamos a nuestros hijos a ser lo que
deberían ser hoy y aquí,
entonces cuando llegue el día de mañana,
tendrán el valor suficiente
para hacerle frente con mayor amor.
Dado que el amor comienza en casa,
creo que desde el principio
debemos enseñar a nuestros hijos a amarse entre sí.
Eso, sólo lo pueden aprender de sus padres,
cuando ven el amor que se tienen entre ellos.
Creo que eso fortalecerá a nuestros hijos
para que en el futuro puedan dar ese amor a los demás.