viernes, 25 de marzo de 2011

Las siete maravillas del mundo

A un grupo de estudiantes de escuela primaria se les pidió que listaran lo que ellos pensaban eran las siete maravillas del mundo moderno o actuales. A pesar de ciertas diferencias, los siguientes fueron los que más votados recibieron:
1. Las pirámides de Egipto
2. El Taj Mahal
3. El Gran Cañon del Colorado
4. El Canal de Panamá
5. El edificio Empire State
6. La Basílica de San Pedro
7. La Gran Muralla China

Mientras contaba los votos, la maestra notó que había una niña que no había terminado de listar las sugerencias.
Así que le preguntó si estraba teniendo problemas con su lista, a lo que la niña respondió:
-Sí, un poquito. No puedo terminar de decidirme pues hay muchas.
La maestra entonces le dijo:
-Bueno, léenos lo que tienes hasta ahora y a lo mejor te podemos ayudar.
La niña lo pensó un instante, pero luego leyó;
-Yo pienso que las siete maravillas del mundo son:
1. Poder ver...
2. Poder oír...
3. Poder tocar...
4. Poder probar...
5. Poder sentir...
6. Poder reír...
7. La más importante de todas: poder amar.

El salón se silenciò a tal punto que si se hubiera caído un alfiler, se hubiera escuchado.
Las cosas simples y ordinarias y que nosotros tomamos como cajoneras son sencillamente maravillosas.
Un recordatorio muy respetuoso:
Las cosas más preciadas de la vida no se pueden construir con la mano ni se pueden comprar con el dinero.

Autor desconocido.

No hay que temer

Temía estar solo, hasta que aprendí a quererme a mí mismo.
Temía fracasar, hasta que me di cuenta de que únicamente fracaso si no lo intento.
Temía lo que la gente opinara de mía, hasta que me di cuenta de que de todos modos opinarían de mí.
Temía que me rechazaran, hasta que entendí que debía tener fe en mí mismo.
Temía al dolor, hasta que aprendí que este es necesarío para crecer.
Temía a la verdad, hasta que descubrí la fealdad de las mentiras.
Temía a la muerte, hasta que aprendí que no es el final, sino más bien el comienzo.
Temía al odio, hasta que me di cuenta de que no es otra cosa más que ignorancia.
Temía al ridículo, hasta que aprendí a reírme de mí mismo.
Temía hacerme viejo, hasta que compredí que ganaba sabiduría día a día.
Temía al pasado, hasta que comprendí que no podía herirme más.
Temía a la oscuridad, hasta que vi la belleza de la luz de una estrella.

Temía al cambio, hasta que vi que aún la mariposa más hermosa necesitaba pasar por una metamorfosis antes de volar.

Hagamos que nuestras vidas cada día tengan más vida, y si nos sentimos desfallecer, no olvidemos que al final siempre hay algo más.

Pablo Ciappa.