"Un hombre entre mil -según Salomón-defendernos querrá mejor que un hermano".Veinte años buscarlo no es esfuerno vano
si al fin conseguimos tener su adhesión.
Novecientos noventa y nueve testigos
verán en nosotros lo que el mundo ve;
pero el Hombre Mil amará a sus amigos
aunque todo un pueblo les niegue su fe.
No son tus presentes ni son tus proezas
los que han de moverlo por ir a tu hogar.
Novecientos noventa y nueve, al juzgar,
verán nuestras glorias o nuestras riquezas;
pero él -¡oh, hijo mío!-, si le has encontrado,
podrás entregarte tranquilo a la mar,
porque el Hombre Mil deberá saltar
y hundirse contigo si no te ha salvado.
Si tomares su bolsa, no se ha de enojar;
y aun así la tuya no querrá admitir.
Y al nuevo día lo verás acudir
y con frases amables contigo charlar.
Novecientos noventa y nueve, en los goces,
por plata y el oro venden al amigo,
pero tu Hombre Mil, a aquellos que ha elegido,
no los ofrendará a estos dioses feroces.
Su derecho es tuyo y tus faltas suyas,
tu voz será suya y su techo tu casa.
Su juicio, sea cierto, o su razón escasa,
sosténle -¡oh, hijo mío!- y no le rehuyas.
Novecientos noventa y nueve que ves,
te rinden honor que a la desgracia cede,
pero tu Hombre Mil, contigo retrocede
hasta el pie de la horca, y acaso después...
Rudyard Kipling(Arreglo de B. F. sobre la versión de Jacinto Ramos)