jueves, 9 de diciembre de 2010

Fragmento del libro "El primer guerrero"

"-¡La fe, Angus, es el pilar central sobre el cual debes construir tu vida! Debes apoyar tus pasos solamente en ella. Si confías en ti mismo de nada serás capaz, pues no eres capaz porque no eres.
Solamente Dios es. Él, que todo lo creó, guiará tus pasos, pasos que estarán bendecidos por Él.
El tono de voz de Nennius se elevó hasta convertirse en un trueno, y su mirada parecía formada por centellas de fuego, como si derepente tuviese la fuerza de un dios. Tenía una expresión casi amedrentadora, y sus palabras resonaban dentro de mí.
-Tú no eres capaz de nada, Angus; sólo eres capaz de lidiar con los defectos humanos. Pero si tienes fe, estarás con Él, y Él te guiará mucho más allá de tus flaquezas humanas. Serás un campeón de Dios. Por desgracia, muy pocos hombres confían sus pasos al Señor. Esos pocos salvan el mundo, Angus. Y el mundo ha de ser salvado, pues la soberbia, que arruina la fe, devasta el corazón de los hombres. Por eso, Angus, ten fe, confía en Dios y Él te confiará a su grandeza. Y así te parecerás más al proyecto que Dios tenía para con el hombre, querido muchacho, y sus acciones encontrarán exo en el corazón de los que te rodeen, porque ellos reconocerán a Aquel que te guía.
-No lo entiendo, mi señor...¿Cómo puede ese Dios ser un solo y único dios? ¿Cómo puede haberlo creado todo Él solo, el sol, la luna, el mar, los rayos, los truenos?
-Hijo, la fe existe para que el hombre alcance la verdad que el entendimiento no puede proporcionarle. Ella es la guardiana de la esperanza, la caridad, la justicia, la prudencia, la fortaleza y la templanza. Por eso, la tentación diabólica existe en los siete pecados capitales, que quieren arrebatarle a la fe la función a la que debe su existencia. Y, como el demonio desea destruir las virtudes y la fe, tienta así al hombre, y lo hace dudar como tú dudas ahora, dudas generadas por el pensamiento, pero que no existen para el hombre que está en sintonía con Dios. "
Orlando Paes Filho

El maestro caminaba con sus discípulos

El maestro caminaba con sus discípulos. Avanzaban apiñados aprendiendo de todos y de todo. La sabiduría del Maestro sacaba tema de cualquier cosa: animales, canciones, elementos de la naturaleza, refranes, acertijos... Todo era nuevo o todo lo hacía nuevo.
Aque día- era ya el atardecer-, se le ocurrió preguntar:
-Sabemos que ahora empieza la noche, pero ¿saben ustedes cuándo amanece? ¿Cuándo es de día?
Los alumnos demostraron su ingenio diciendo cada uno, con más o menos tino y gracias: "cuando distingues una cabra de un toro... al lechero del guardia de tráfico... un árbol de una farola... una bombilla de un balón de fútbol... un paraguas de una nube".
El maestro escuchaba e insistía para que siguieran discurriendo, hasta que se agotaron las respuestas. Al final dijo él con mucho aplomo y ternura;
"Cuando miras a una persona y reconoces en ella a tu hermana o a tu hermano, entonces es de día. Sí no es así, sea la hora que sea, sigue siendo de noche para ti."

Autor desconocido

El arte de hablar y la virtud de callar

Hablar debiendo callar es necedad.
Hablar por hablar es tontería.
Hablar es fácil, pero callar requiere prudencia y dominio.
Hablar oportunamente es acierto.
Hablar frente al enemigo es civismo.
Hablar ante la injusticia es valentía.
Hablar para rectificar es un deber.
Hablar para defender es compasión.
Hablar ante un dolor es consolar.
Hablar para ayudar a otros es caridad.
Hablar con sinceridad es rectitud.
Hablar de sí mismo es vanidad.
Hablar restituyéndote fama es honradez.
Hablar disipando falsos rumores es conciencia.
Hablar de defectos es lastimar.

Callar cuando acusan es heroísmo.
Callar cuando insultan es amor.
Callar las propias penas es sacrificio.
Callar de sí mismo es humildad.
Callar miserias humanas es caridad.
Callar a tiempo es prudencia.
Callar en el dolor es penitencia.
Callar palabras inútiles es virtud.
Callar cuando hieren es santidad.
Callar para defender es nobleza.
Callar defectos ajenos es benevolencia.
Callar debiendo hablar es cobardía.

Debemos primero aprender a callar para luego poder hablar.
Que siempre tus palabras sean más importantes que el silencio que rompes.

Anónimo.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Avivemos nuestra llama espiritual

Cuentan que un rey muy rico de la India tenía fama de ser indiferente a las riquezas materiales. Un súbdito quiso averiguar su secreto; entonces el rey le dijo:
-Te lo revelaré si recorres mi palacio para comprender la magnitud de mi riqueza, pero lleva una vela encendida, y si ella se apaga irás preso.
Al término del paseo el rey le preguntó:
-¿Qué piensas de mis riquezas?
Y el hombre respondió:
-No vi nada, sólo me preocupé de que la llama no se apagara.
El rey dijo:
-Ese es mi secreto, estoy tan ocupado de reavivar mi llama interior que no me interesan las riquezas de afuera.

Es lógico comprender que cuanto más preocupados estemos por lo que sucede afuera, menos tiempo y energía proporcional hay para descubrir, develar, o simplemente recordar lo que siempre hubo dentro nuestro.
Estos sabios dicen: "Nadie aprende nada, simplemente recordamos lo que siempre supimos y el mundo aliado a la mente se ocupó de hacernos olvidar".
La pregunta no debería ser nunca más ¿quién sos vos?, sino más bien ¿quién soy yo?, porque si logro ir respondiendo al más bello de los interrogantes, develo automáticamente todos los otros. Si sé quién soy, sé quiénes son todos los que me rodean, y los que en el momento perfecto y causal van apareciendo en mi vida, porque yo los he creado y ellos me han creado a mí.

Anónimo.