domingo, 10 de agosto de 2008

Verdaderos milagros

Tres personas iban caminando por una vereda de un bosque: un sabio con fama de hacer milagros, un poderoso terrateniente del lugar y, un poco atrás de ellos y escuchando la conversación, un joven estudiante alumno del sabio.
Terrateniente: -Me han dicho en el pueblo que eres una persona muy poderosa y que inclusive puedes hacer milagros.
Sabio: -Soy una persona vieja y cansada...¿Cómo crees que yo podría hacer milagros?
Terrateniente: -Pero me han dicho que sanas a los enfermos, haces ver a los ciegos y vuelves cuerdos a los locos... esos milagros solo los puede hacer alguien muy poderoso.
Sabio: -¿Te referías a eso?...Tú lo has dicho, esos milagros solo los puede hacer alguien muy poderoso... no un viejo como yo. Esos milagros los hace Dios, yo solo pido que se conceda un favor para el enfermo, o para el ciego, y todo el que tenga la fe suficiente en Dios puede hacer lo mismo.
Terrateniente: -Yo quiero tener la misma fe para poder realizar los milagros que tu haces... muéstrame un milagro para poder creer en tu Dios.
Sabio: -¿Esta mañana volvió a salir el sol?
Terrateniente: -¡Sí, claro que sí!
Sabio: -Pues ahí tienes un milagro... el milagro de la luz.
Terrateniente: -No, yo quiero ver un verdadero milagro, oculta el sol, saca el agua de una piedra... mira, hay un conejo herido junto a la vereda, tócalo y sana sus heridas.
Sabio: -¿Quieres un verdadero milagro? ¿No es verdad que tu esposa acaba de dar a luz hace algunos días?
Terrateniente: -¡Sí! Fue un varón y es mi primogénito.
Sabio: - Ahí tienes el segundo milagro... el milagro de la vida.
Terrateniente: -Sabio, tú no me entiendes, quiero ver un verdadero milagro...
Sabio: -¿Acaso no estamos en época de cosecha?, ¿No hay trigo y sorgo donde hace unos meses solo había tierra?
Terrateniente: -Sí, igual que todos los años.
Sabio: -Pues ahí tienes el tercer milagro...
Terrateniente: -creo que no me he explicado. Lo que yo quiero...
Sabio: -Te has explicado bien, yo ya hice todo lo que podía hacer por ti... Si lo que encontraste no es lo que buscabas, lamento desilusionarte, yo he hecho todo lo que podía hacer.
Dicho esto, el poderoso terrateniente se retiró muy desilusionado por no haber encontrado lo que buscaba.
El sabio y su alumno se quedaron parados en la vereda. Cuando el poderoso terrateniente iba muy lejos como para ver lo que hacían el sabio y su alumno, el sabio se dirigió a la orilla de la vereda, tomó al conejo, sopló sobre él y sus heridas quedaron curadas; el joven estaba algo desconcertado...
Joven: -Maestro, te he visto hacer milagros como este casi todos los días, ¿Por qué te negaste a mostrale uno al caballero? ¿Por qué lo haces ahora que no puede verlo?
Sabio: -Lo que él buscabano era un milagro, sino un espectáculo. Le mostré tres milagros y no pudo verlos. Para ser rey primero hay que ser principe, para ser maestro primero hay que ser alumno... no puedes pedir grandes milagros si no has a valorar los pequeños milagros que se te muestran día a día.



Autor desconocido

viernes, 1 de agosto de 2008

Huellas

Soñé que estaba caminando por la playa con el Señor y, a través del cielo pasaban escenas de mi vida. Por cada escena que pasaba percibí que quedaban dos pares de pisadas en la arena, una era mía y la otra del Señor.
Cuando la última escena pasó delante de nosotros miré hacia atrás y, noté que muchas veces en el camino de mi vida quedaban sólo un par de pisadas en la arena. Noté también, que eso solo sucedía en los momentos más difíciles y angustiosos de mi vida.

-Señor, Tú me dijiste cuando resolví seguirte que andarías siempre conmigo todo el camino, pero durante los peores momentos de mi vida, había en la arena sólo un par de pisadas. No comprendo por qué Tú me dejaste en las horas en que yo más te necesitaba.

El Señor me respondió:
-Mi querido hijo, yo te amo, y jamás te abandonaría en los momentos de sufrimiento. Cuando viste en la arena sólo un par de pisadas, fue justamente allí donde Yo te cargué en mis brazos.