martes, 8 de junio de 2010

Tiempos dificiles

Es difícil, Señor, seguir tu Evangelio, tratar de vivir como Tú nos enseñaste, todos los días lo intento, y todos los días me invade el desaliento.
Cuánta crueldad, cuánta mentira, cuánta falsedad, cuánta hipocresía crece y florece alrededor nuestro, y yo ya no quiero más. Sin embargo, Tú me sigues convocando, para que trate de vivir como Tú nos enseñaste.
Cuántas veces siento el deseo de desertar de mis ideas, de mi lírica, de mi religión. A veces quisiera ser malo de verdad, ser como tantos que andan por ahí, sin importarles nada de los demás, sin importarles nada de si lastiman o no a alguien, actuán con total egoísmo, no demuestran para nada sentimientos de piedad hacia nadie, y se lastiman menos que nosotros. En este mundo es muy doloroso ser cristiano. A pesar de que vivimos rodeados de cristianos, cuando cerramos las puertas de nuestra intimidad somos lobos feroces.
Señor, no permitas que me desaliente, no permitas que la maldad gane en mi vida, dame fuerzas, necesito luz, ando en tinieblas, entre sombras, a veces no veo claro el camino.
Señor, mi Amigo, estoy viviendo tiempos dificiles, tiempos de cambios profundos, y yo sé que Tú siempre estás a mi lado, es sólo que a veces no quiero pasar pos situaciones de decepción con la gente. ¿Por qué me ha tocado ser humano y sufrir tanto con los humanos? A veces quisiera ser pájaro, de esos que se alimentan por la providencia de Dios (Mt. 6.26), tan sólo quisiera ser eso, un pájaro, o un lirio de campo, crecido sin fatigas y revestido singularmente por la misericoridia divina. (Mt. 6.28-29)
Dame Señor, valor y coraje para seguir adelante, dame oportunidades que consuelen mi corazón.
Que el desaliento no me inmovilice, dame también humildad y apertura para que cambie desde adentro, para que no desestime mis ideas, mis convicciones. Hazme, Señor, un hombre nuevo, capaz de seguir anunciando tu Palabra a través de lo que hago, de lo que digo, de cómo vivo.
Enseñame a aprender de los conflictos, que no me enoje con los cachetazos que recibo de quienes consideraba "mancos", que apreda a perdonar como Tú, que pueda ser misericordioso, como Tú.
Ayúdame a olvidarme a mí mismo, y que a cada uno que me ofenda, baje sobre él el manto de tu amor.
Señor, deposito en Ti todas mis angustias para que me vuelvan en sonrisas y en paz interior.

Fernando Perfetti

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