martes, 13 de abril de 2010

Empieza por ti

Cuando era joven y libre y mi imaginación no tenía limites, soñaba con cambiar el mundo.
Al volverme más viejo y más sabio, descubrí que el mundo no cambiaría, entonces, acorté un poco mis objetivos y decidí cambiar sólo mi país.
Pero también él parecía inamovible.
Al ingresar en mis años de ocaso, en un último intento desesperado, me propuse cambiar sólo a mi familia, a mis allegados, pero, por desgracía, no me quedaba ninguno.
Y ahora que estoy en mi lecho de muerte, de pronto me doy cuenta: Si me hubiera cambiado primero a mí mismo, con el ejemplo habría cambiado a mi familia.
Y a partir de mi inspiración y estímulo, podría haber hecho un bien a mi país y, quién sabe, tal vez incluso habría cambiado al mundo.

Las presentes palabras fueron escritas en la tumba de un obispo anglicano (1100 D.C.) en las criptas de la Abadía de Westminster

1 comentario:

Nati dijo...

Hola, me permito la libertad de coger este cuento para colgarlo en otra página.
Si tienes objección dilo y lo quitaré.

Gracias