jueves, 2 de diciembre de 2010

Avivemos nuestra llama espiritual

Cuentan que un rey muy rico de la India tenía fama de ser indiferente a las riquezas materiales. Un súbdito quiso averiguar su secreto; entonces el rey le dijo:
-Te lo revelaré si recorres mi palacio para comprender la magnitud de mi riqueza, pero lleva una vela encendida, y si ella se apaga irás preso.
Al término del paseo el rey le preguntó:
-¿Qué piensas de mis riquezas?
Y el hombre respondió:
-No vi nada, sólo me preocupé de que la llama no se apagara.
El rey dijo:
-Ese es mi secreto, estoy tan ocupado de reavivar mi llama interior que no me interesan las riquezas de afuera.

Es lógico comprender que cuanto más preocupados estemos por lo que sucede afuera, menos tiempo y energía proporcional hay para descubrir, develar, o simplemente recordar lo que siempre hubo dentro nuestro.
Estos sabios dicen: "Nadie aprende nada, simplemente recordamos lo que siempre supimos y el mundo aliado a la mente se ocupó de hacernos olvidar".
La pregunta no debería ser nunca más ¿quién sos vos?, sino más bien ¿quién soy yo?, porque si logro ir respondiendo al más bello de los interrogantes, develo automáticamente todos los otros. Si sé quién soy, sé quiénes son todos los que me rodean, y los que en el momento perfecto y causal van apareciendo en mi vida, porque yo los he creado y ellos me han creado a mí.

Anónimo.

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