miércoles, 28 de julio de 2010

Ni la tristeza

Ni la tristeza, ni la desilusión, ni la incertidumbre, ni la soledad; nada me impedirá sonreir.
Ni el miedo, ni la depresión; por más que sufra mi corazón, nada me impedirá soñar.
En las tempestades y en los difíciles caminos, nada me impedirá creer en Dios.
Quiero vivir el día de hoy como si fuese el primero, como si fuese el último, como si fuese el único; quiero vivir el momento de ahora, como si aún fuese temprano, como si nunca fuese tarde.
Quiero mantener el optimismo, conservar el equilibrio, fortalecer mi esperanza, recomponer mis energías para prosperar en mi misión y vivir alegre todos los días de mi vida.
Quiero caminar con la seguridad de que llegaré, quiero luchar con la seguridad de que venceré, quiero buscar con la seguridad de que encontraré, quiero saber esperar para poder realizar los ideales de mi ser, en fin... quiero dar lo máximo de mí para vivir intensa y maravillosamente todos los días de mi vida... nada es más fuerte que el deseo de vivir.
De alguna manera, no solo en Navidad, pero durante todo el año, el gozo que damos a los demás es el gozo que nos viene de vuelta. Y cuanto más invertimos en bendecir a los pobres, solitarios y tristes, más gozosas posesiones del corazón nos son retribuidas.
Para buscar, pues, la calma interior, no vayan donde todo es calma sino donde no hay paz, y sean ustedes la paz. De esta forma, la encontrarán al darla, y la tendrán en la medida en que vean que otros necesitan de ustedes para calmarse.

John Greenleaf Whittier

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