martes, 2 de febrero de 2010

Los azares de la vida

Una vez un campesino chino, pobre pero sabio, trabajaba la tierra duramente con su hijo.
Un día el hijo le dijo:
-Padre, ¡que desgracia! Se nos ha ido el caballo
-¿Por qué le llamas desgracia?- respondió el padre.-, veremos que nos trae el tiempo...
A los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo.
-¡Padre, qué suerte!- exclamó esta vez el muchacho-, nuestro caballo ha traído otro caballo
-¿Por qué le llamas suerte? -repusó el padre-, veremos que nos trae el tiempo.
En unos cuantos días más, el muchacho quiso montar el caballo nuevo, y éste se encabritó y lo arrojo al suelo.
El muchacho se quebró una pierna.
-Padre, ¡qué desgracia! -exclamó ahora el muchacho-. ¡Me he quebrado la pierna!
Y el padre, retomando su experiencia y sabiduría, sentenció:
-¿Por qué lo llamas desgracia? ¡Veamos lo que trae el tiempo!
El muchacho no se convencía de la filosofía de su padre, sino que gimoteaba en su cama. Pocos días después pasaron por la aldea los enviados del rey, buscando jóvenes para la llevárselos a la guerra.
Vinieron a la casa del anciano, pero como vieron al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de largo.
El joven comprendió entonces que nunca hay que dar ni la desgracia ni la fortuna como absolutas,sino que siempre hay que darle tiempo al tiempo, para ver si algo es malo o bueno.
La moraleja de este antiguo consejo chino es que la vida da tantas vueltas, y es tan paradójico su desarrollo, que lo malo se hace bueno, y lo bueno, malo.
Lo mejor es esperar siempre el día de mañana, pero sobre todo confiar en que todo sucede con un propósito positivo para nuestras vidas y para el plan infinito...
No se equivoca el pájaro que ensaya el primer vuelo y cae al suelo; se equivoca el que por temor de caerse renuncia a volar y no abandona el nido.

Anónimo

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